miércoles, 4 de noviembre de 2015

Y nunca se iría

Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo. 
Aún sigue posado, aún sigue posado 
en el pálido busto de Palas
en el dintel de la puerta de mi cuarto. 
Y sus ojos tienen la apariencia 
de los de un demonio que está soñando. 
Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama 
tiende en el suelo su sombra. Y mi alma, 
del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo, 
no podrá liberarse. ¡Nunca más
!”


Desde luego ella no era ningún Cuervo pero allí estaba, mirándole con sus ojos vacíos. No desde un busto de la diosa Palas Atenea situado en el dintel de la puerta, entre otras cosas porque no tenia ninguno, sino desde la butaca de la habitación. Y hubiera jurado que también le decía “nunca más”. De lo que estaba seguro es que al igual que el Cuervo del poema nunca emprendería el vuelo.


La noche había comenzado de manera muy prometedora, como otras tantas, la chica era guapa, no demasiado exuberante pero poseía una belleza serena, que a él le resulto extrañamente familiar aunque en ese momento no podía imaginar lo absolutamente peligroso que llegaría a ser para él ese parecido…


Congeniaron enseguida, ella estaba receptiva y él siempre había sabido moverse muy bien en esas situaciones, su simpatía mezclada con la dosis justa de arrogancia, facilidad de palabra y un físico arrollador solía ser suficiente. Y esta noche iba a serlo.
No tardaron mucho en llegar a su casa y antes de acabar las copas ya estaban camino de la habitación, todo parecía ir sobre ruedas, se besaron, acariciaron, empezaron a desnudarse ya sobre la cama. A él le costaba recordar a una chica tan apasionada, tan entregada, tan ansiosa. Iba a ser una gran noche, estaba seguro.


Ella se puso encima de él en cuanto se desnudaron mutuamente, le dedico una mirada traviesa cargada de promesas y se levanto lentamente, se dirigió al bolso cogió un par de esposas forradas de terciopelo negro y volvió lentamente a la cama. Él le vio como ella recorría su cuerpo con sus labios suavemente, los muslos, la boca… Estaba tan excitado que contrariamente a su costumbre no opuso resistencia a que ella le atara, seguiría su juego de momento. Después vendría el suyo.


En cuanto estaba esposado al cabecero metálico de diseño ella se levanto, sin decir nada se vistió y salio de la habitación haciendo caso omiso de las protestas que él que iban tornando de un tono excitado a uno cada vez más enfadado.


Si aún le quedaba algo de excitación se disipo en cuanto ella entro por la puerta trayendo en las manos a una de sus chicas. O para ser más exacto una de las cabezas disecadas que guardaba en un armario de su garaje.


- Era mi hermana pequeña, he tardado dos años en encontrarte pero aquí estamos.- dijo ella mientras dejaba la cabeza en la butaca de la habitación de manera que estuviera mirándole. Inmóvil, imperturbable, obstinada, perpetua.

- Sí, dos años, dos larguísimos años pero ya nunca más le volverás a hacer algo así a ninguna.
Volvió a salir pero esta vez apenas tardo en entrar con una jarra llena de agua, de nuevo saco algo del bolso y dejo ambas cosas en la mesilla.

- Te dejo agua suficiente para que aguantes mucho tiempo, un litro de agua te puede durar dos semanas si lo racionas bien, pero si quieres acortarlo también te dejo un revolver. Solo tiene una bala y es del calibre 22 insuficiente para abrir las esposas, por cierto si te das cuenta la mano izquierda esta relativamente floja. Un par de días sin beber y veras como puedes sacarla aunque ahora creas que no. Seguro que te arrepientes de vivir aislado y solo. Siempre estas solo. Nunca recibes visitas. Solo esas chicas que nunca vuelven a salir. No te sorprendas, llevo mucho vigilándote.
No dijo nada más, se dio la vuelta y salio de la casa acompañada de las amenazas, insultos y protestas que él, inútilmente, le gritaba.


Se quedo solo con sus insultos y sus gritos, después empezó a zarandearse intentando en vano soltarse o en su defecto romper el cabecero, si conseguía soltarse le ajustaría las cuentas a esa puta. Con ella iba a ser especialmente despiadado. Sí. Se lo iba a pasar muy bien con ella.


Pero fue inútil. Nada de lo que hizo le valió. No pudo romper la barra del cabecero de acero ni pudo soltarse, exceptuando el brazo que ella le había dicho aunque para ello tuvo que despellejarse la mano. El dolor le hizo perder el sentido.


Cuando se despertó llego a pensar que todo había sido un sueño pero no. Su cabeza estaba allí, mirándole. Y nunca se iría.


Llegaron las lagrimas, lo gritos de auxilio que sabía inútiles. Incluso los ruegos a un Dios en el que nunca creyó.


Y las horas fueron pasando lentamente. Y su cabeza seguía allí, mirándole. Y nunca se iría.


Dominando el dolor cogió la jarra y bebió apenas unos sorbos, aunque en el fondo sabía que nunca llegaría nadie se negaba a aceptarlo, era irracional pero decidió racionar el agua como si fuera posible que llegara la ayuda. Tenía dinero desde siempre, heredero de una pequeña fortuna nunca había trabajado. Ningún amigo, ninguna rutina salvo la de ampliar su colección. Ningún auxilio. Ninguna esperanza. Y su cabeza seguía allí, mirándole. Y nunca se iría.


Las horas dieron paso a los días y el olor a orina, vomito, sudor, miedo y locura lo impregnaba todo, los ataques de rabia de sucedían con los de locura en los reía con todas sus fuerzas. La razón ya le abandonaba pero su cabeza seguía allí, mirándole. Y nunca se iría.
Soñó con aquella noche, con su voz cuando decía que le encantaba Sinatra, con sus labios, sus pechos perfectos, sus caderas… Y ahora su cabeza seguía allí, mirándole. Y nunca se iría.


Despertó y como presa de una alucinación se decidió. Con un esfuerzo terrible a esas alturas alcanzo el revolver y se lo puso en la sien. Un disparo y todo acabaría. Cerró los ojos aliviado y disparo.
Clac, clac, clac… vació. El revolver estaba vació.



Y su cabeza seguía allí, mirándole. Y nunca se iría. 

jueves, 28 de mayo de 2015

La última copa II

Todo comenzó de repente, o quizá no. Poco importa eso a estas alturas. El caso es que un día ya no pudo más y decidió acabar con ello. Solo que para ello tendría que acabar con él. Con su propio hermano, su hermano gemelo.

Tenia que hacerlo, ya no soportaba más la sucesión de chicas drogadas siendo violadas por su hermano. Lo más terrible era que ellas eran conscientes de todo lo que pasaba pero incapaces de moverse. El Rohypnol actuaba así, te impedía reaccionar pero no por eso dejabas de sentir. Atrapadas en su propio cuerpo.

Entro en casa y, como siempre, su hermano estaba allí. Sabía que era imposible convencerlo de que lo dejara, que era imposible que su hermano cambiara. Se enfrentaron, fue terrible pero al final consiguió vencerlo. Su hermano ya no volvería a hacerlo, nunca. Ya estaba muerto.

Por eso mientras veía a su interlocutora ponerse unos guantes y limpiar los vasos de whisky y contarle por que le había envenenado con tretrodotoxina, él intentaba hablar. De haber sido posible le habría gritado que él era inocente, que su hermano era quien lo había hecho pero que él ya le había matado. No podía hablar, no podía moverse, se moría y no podía defenderse. Así debieron sentirse las victimas de su hermano en ese sentido ella lo había hecho bien. La venganza perfecta en la victima equivocada.


“Piensa en ello, pero hazlo rápido. Te quedan tres minutos de vida”. Fue lo último que oyó mientras la veía alejarse…




Pero de repente el mundo se detuvo, al menos para él. Su hermano estaba sentado frente a él, justo donde su asesina acababa de levantarse. ¿Cómo era posible? Si ya estaba muerto. ¿Cómo ha vuelto?

- “Creíste que me habías matado ¿verdad? Pero tú no puedes matarme. No, al menos sin matarte a ti a la vez. ¿Y sabes porqué? No soy tu hermano, no me mires así. No soy tu hermano por qué no tienes hermanos, nunca lo has tenido. Yo soy tú.

Personalidad disociativa se llama pero todo el mundo lo conoce por doble personalidad.

¿No me crees? ¿Te resistes a creértelo? Dime, ahora puedes hablar, estamos en tu cabeza. O mejor debería decir en mi cabeza, o en la nuestra”.

- ¡No puedes estar aquí, yo te mate!- se sorprendió al poder hablar- ¡Acabe contigo!
- ¿Qué tu acabaste conmigo? ¡¡¡¡ Eso es imposible!!!! ¡¡¡¡¡ Yo siempre he estado ahí tú no!!!!! No pienses que te inventaste un hermano gemelo o que en realidad tú no eres así, hace seis meses ni estabas, pero apareciste un día y no dejabas de incordiar diciéndome que parara, que no podía seguir haciéndolo…¡¡¡¡ Como si tu fueras mejor que yo!!!!
-¡Claro que lo soy! ¡Te pare!
- Pues entonces dime una cosa, ¿si de verdad me paraste, si tú eres el bueno y no solo soy tu “yo” malo porqué llevas en el bolsillo de tu americana el bote de pastillas de Rohypnol? ¿Ibas a drogarla como a las otras? ¿La ibas a violar también? Sí, claro que sí. Lo necesitas, necesitas el poder, la dominación. Necesitas someterlas y que sean conscientes de ello. Eres así y lo sabes ¿Tú me mataste? No, yo te cree a ti y ahora soy yo quien te va a matar.
- No puedes, no eres real.
- Bueno ya da igual ¿no crees? El corazón se esta parando... A la que nunca van a encontrar es a la chica que dejaste atada en la cama. No has pensado en ella hasta ahora ¿verdad? ¿Ves? Al final eres peor que yo.




Para mi Musa. Por ser como eres. 

martes, 26 de mayo de 2015

La última copa

Los dedos de Mark Knopfler se movían magistralmente a lo largo de las seis cuerdas y “Sultans Of Swing” comenzaba a sonar cuando ella entro en el bar, bajo las escaleras de la entrada y avanzó paralelamente a la barra y se sentó sola casi al fondo de la misma. Pidió una copa y empezó su particular juego.

Él ya estaba allí, como toda la semana, casi en la entrada frente a la diana de dardos. Ella le había ignorado a propósito pero ahora que él la miraba no pudo dejar de corresponder dicha mirada mientras le dedicaba una sonrisa cómplice cargada de intención.

-¿Puedo invitarte una copa? Le pregunto él
- No, yo te invito.
- De acuerdo- le contesto con una sonrisa que no conseguía ocultar su sorpresa por lo bien que parecía ir la noche.
- ¡Dos Cardhu Cask Reserve!- pidió al camarero, un tipo simpático de ojos clarísimos- ven, vamos a una mesa.

El bar, una taberna irlandesa en realidad, tenia mesas en paralelo a la barra y en una especie de sala cuadrada al final del bar que quedaba oculta a la vista desde casi todo el resto del local. Eligio una de estas últimas, la mas escondida, situada en una de las esquinas. Dejo que él se sentara al fondo y ella quedo de espaldas al resto del bar.

Ahora eran los acordes de Don´t Cry de Gun´s & Roses los que sonaban creando el ambiente perfecto.

- No suelo beber whisky solo.
- Por eso he invitado yo, te va a gustar.
- Normalmente no suelo dejar que sean las chicas las que me inviten a mí.
- ¡Dos excepciones en el mismo día! Quizás deba hacer yo alguna también, aunque solo sea por compensar.
-¿Sí? ¿Por ejemplo?
- Ya lo veras… ¿Brindamos?... ¡Por las excepciones!
Dio un largo trago a la copa sintiendo la quemazón recorrer su garganta. Vio como su interlocutor casi acababa la suya y pensó que no dejaba de ser un desperdicio de whisky, pero, por otro lado, era preferible así.

Siguieron hablando mientras Slash, Axel y su banda dejaban paso a Queen y su inolvidable ¨Too Much Love Will Kill You”, una de sus grandes baladas, cuando ella vio en los ojos de él lo que llevaba esperando desde que empezaron a beber.

Entonces ella dejo de sonreír y su mirada se endureció a la vez que tomaba un cariz de frialdad mientras ponía en la mesa un pequeño cilindro, un recipiente vacio similar a los que se usan para la muestras de sangre solo que de menor tamaño.

-“Tretrodotoxina- dijo- ya sabes, la del pez globo. En realidad no así exactamente pero bueno. No, este es un veneno diseñado especialmente para la ocasión. Un químico que conozco me los diseña, una neurotoxina paralizante concentrada. Por eso te sientes así, por eso no puedes hablar ni moverte. Por eso te quedan apenas unos minutos de vida”.

“¿Rohypnol es lo que tú usabas, no? Me lo dijo Mónica Sáez ¿la recuerdas? Tú la drogaste y violaste. Ella es quien me ha contratado, de hecho me pidió que te lo dijera. Normalmente nunca se quien me contrata ni por qué pero cuando ella lo hizo insistió. Mucho. Y ahora, viendo el miedo en tus ojos me alegro de que lo hiciera”.

Mientras hablaba se puso unos guantes de goma que llevaba en el bolso de donde saco también un frasco con difusor lleno de agua con lejía y empezó a aplicarlo a sendos vaso para borrar todo rastro de ADN. Después con un pañuelo limpio las huellas y dejo los vasos encima de la mesa. Al estar situada de espaldas al resto de los clientes y el camarero nadie se percato de la operación.

- ¡Starway To Heaven! No deja de ser irónico que sea esta la última canción que te escuches en tu vida. ¿Sabes una cosa? Mónica se habría ido a la cama contigo si se lo hubieras pedido, si hubieras tenido el valor de hablar con ella. Ahora sacare el teléfono fingiendo que salgo a atender una llamada y me iré, así nadie se extrañara al menos durante unos minutos y ya me habré ido. Y tú estarás muerto, muerto por cobarde.

Tal como dijo se llevo el teléfono a la oreja fingiendo responder una llamada y mientras se levantaba de la mesa se dirigió por última vez a su victima.

- Piensa en ello, pero hazlo rápido. Te quedan tres minutos de vida.





Para ti. Por la inspiración. Por la sugerencia.  


martes, 28 de abril de 2015

Un único error II

“La verdad es que nunca lo hubiera esperado de ti, de cualquier otro es posible pero de ti no. Nunca, y eso es lo que más me duele, que seas tu. Después de tantos años, de haber llegado tan lejos, de habernos hecho con el negocio juntos, después de tanta sangre, de tantas muertes, me traicionas. Tú, mi mejor amigo, mi mano derecha.

No, no te voy a preguntar por que has hecho esto, solo puede haber un motivo, para que el príncipe reine el rey debe morir. Pero amigo, este rey es muy duro. Tú lo sabes bien.

Estoy seguro que aún sigues dándole vueltas a que ha podido salir mal, y a decir verdad es que te entiendo, el plan era bueno, introducir al Manchego en mi casa. Nada menos que el Manchego a estas alturas. ¿Hace cuanto que le quemamos el club? ¿Quince años? Y aún me odia por ello. Bueno es cierto que no quedo muy guapo después de que se quemara media cara pero ya ni me acordaba de él. Al principio ni le reconocí ¿sabes? Pero eso ya no importa.

Eso sí la elección era buena, si me hubiera matado nadie habría sospechado de ti, todo le mundo se hubiera inclinado por la venganza, y tú les habrías empujado a creerlo.

¿Tanto ansiabas mi puesto como para correr semejante riesgo? Supongo que sí, nunca has sido tonto y conocías los riesgos. Ahora no me dejas más remedio que usarte de ejemplo por si alguien vuelve a tener esa idea se lo piense mejor. ¿Que pensabas? ¿Qué seria tan rápido como con él? No, amigo, no. Lo suyo lo entiendo, son gajes del oficio y le toco perder. Ya sabes que yo eso lo respeto, tenia sus motivos y actuó conforme a ello. Pero lo tuyo no lo puedo perdonar. Es traición. Y tú sabes como trato a los que me traicionan.

Eso es lo que más me sorprende, que sabiéndolo te la jugaras así, lo tenías todo. Pero querías más. Al final siempre hay alguien que quiere más.

Te queda mucho dolor por sufrir antes de morir, mucho. Demasiado. Pero sí te diré lo que ha fallado. Tu único error.

Podría decirte que hace años que tengo vigilado a todos mis capitanes y que sabía que habíais hablado el Manchego y tú. Sí, no me mires así, tengo contratado a un inglés que perteneció a MI5 hasta que descubrió lo lucrativo que podía ser para él trabajar para mí. Un experto en inteligencia, ex espía creo, con esa gente nunca se sabe. Pero trabaja bien, tiene un red de seguimiento personal, vuestras cuentas… en fin, todo lo que hacéis y mira por donde, después de tantos años resulta que estaba acertado al contratarle.



O también te puedo decir que el error fue que sospechaba algo y por eso iba armado cuando el Manchego me ataco. Y ya sabes que no soy fácil de matar y menos aún con la pistola en la mano. Lo han intentado muchos…

Pero no, ese no ha sido tu error.

Tu único error, por el que vas a morir, el que te ha hecho pensar que podrías matarme, ha sido que olvidaste que me tenías miedo”.



sábado, 18 de abril de 2015

Un único error

El inconfundible olor de la sangre fue lo primero que reconoció al recuperar el sentido. Olor a sangre, orina, humedad… y por supuesto el olor de la muerte, le había acompañado durante tantos años de su vida que lo podía reconocer en cualquier lugar.

A medida que volvía a ser dueño de sus sentidos otras sensaciones le llegaban a su mente, el dolor de las manos atadas que después de tantas horas estarían tan hinchadas que parecerían a punto de explotar, los trozos de dientes clavados en sus encías, que por suerte se le habían adormecido pero cuyo dolor le había estado torturado durante un buen rato, los cortes el la piel ó la nariz rota ya casi ni importaban. “Esa es una de las ventajas de esta situación-pensó- que el dolor de una cosa tapa el dolor de la anterior”. No pudo evitar una mueca que si no fuera por los deformes e hinchados labios rotos se podría haber interpretado como una sonrisa.

La otra ventaja era sin lugar a dudas la sensación de descanso que no podía evitar sentir, pese a todo, sentía, no, sabia que el final estaba cerca y que ya no dependía de él. Se acabaron las noches en vela planeando, el secretismo, el miedo a ser descubierto, la incertidumbre del resultado. Todo eso ya había pasado. Ahora tocaba pagar.

No pudo evitar un gemido de dolor que alerto a sus torturadores al girar la cabeza hacia el cadáver que tenia al lado, o lo que quiera que fuera el bulto informe que estaba tirado en el suelo junto a la silla a la que llevaba atado una eternidad, al menos para él así era.

-         ¡Vaya!, ya has vuelto. Debe ser que no has tenido bastante con unas caricias…
     
No contesto, aunque hubiera podido hablar no habría sabido que decir y de todas maneras no habría valido de nada en aquel sótano. Desde el día anterior el tiempo de las palabras ya había pasado. Ese debía haber sido el tiempo de recoger el premio por su labor. O de pagar por sus errores. Y, no cabía duda que allí, atado a esa silla, era el tiempo de pagar.

Lo que no podía dejar de pensar desde el momento en que se vio rodeado por los hombres que le condujeron al sótano era que pudo haber fallado.

El plan era perfecto, tenia al hombre ideal y la ocasión era idónea pero en algo había fallado y no podía imaginar que era y pensó que le gustaría saberlo antes de morir. Por que a estas alturas ya nada iba a evitar que le mataran.

En ese momento oyó la voz de su mejor amigo tras la puerta, en otro momento eso le habría alegrado en el alma pero esta vez no.

Se abrió la puerta y entro el hombre al que más había admirado y respetado nunca…

El hombre que había ordenado que le torturaran.

El hombre que llegaba para matarle.


(continuara)

viernes, 13 de febrero de 2015

Recuerdos de una noche

El frío de las baldosas bajo sus pies descalzos contrastaba con el calor que desprendía de la taza de café que sostenía en sus manos. La sonrisa no se la había borrado de su rostro desde que volvió a casa.

Era imposible que se le borrara pues en su cabeza no hacían más que repetirse las imágenes de las últimas doce horas. De la noche que acababa de pasar.

Estaba muy lejos de imaginar la gran noche que estaba a punto de pasar cuando entro a tomar una copa en aquel bar. Ya estaba a punto de salir cuando ella entro, se sentó en una banqueta al otro lado de la barra y pidió un gin tonic. El resto fue fácil, era su juego y sabía moverse como nadie en él.

Sonrisa encantadora, un cruce de miradas que parecía casual, después el se acerco, se sentó a su lado hablaron, rieron, bebieron más copas y salieron juntos del bar.

-Una copa más en mi casa- le dijo, ella bajo la cabeza entre pensativa y coqueta y como sorprendiéndose a si misma le contesto con un gesto afirmativo.
-Solo una, ¿de acuerdo?
-Claro

La sonrisa se le acentuó al recordar la breve conversación a la salida del local y ese momento en que los dos sabían que iba a pasar. O eso creían.

Dejo la taza vacía en la mesa de la cocina y caminado muy despacio se dirigió al garaje sin que su sonrisa se borrara.

Llegaron al chalet que tenia en una urbanización cercana a la ciudad, y fueron directos al sofá del salón. Mientras preparaba dos copas y ponía algo de música la observaba de reojo, era preciosa, una autentica alhaja.

-         ¡Strangers in the night!- Exclamo- me encanta.
El la atrajo hacia si sabiendo que ya estaba rendida a él.

Suavemente la condujo hasta la habitación mientras la voz de Sinatra se perdía poco a poco.

Recordaba como si fuera ese mismo instante el tacto de su piel al rozarla con sus dedos, el sabor amargo del gin tonic en su boca al besarla, la forma de sus caderas cuando ella empezó a levantarse el vestido…

Entraba en el garaje y su sonrisa ya era plena llevaba en la mano un pequeño recuerdo de ella que le había quitado sin que se diera cuenta “para recordarla” se decía a si mismo.

Al despertar le convenció para que dieran un paseo por un bosquecito cercano, le llevaría a un lugar que siempre seria especial para ellos. También allí podría recordarla cuando quisiera.

Una vez entro en el garaje bajo a la bodega y en ella abrió un armario medio oculto a la vista.

En el dejo la pala y puso la cabeza de la chica junto a las demás.



miércoles, 24 de abril de 2013

Motivos para escribir



El otro día alguien me pregunto porque escribía y yo le dije “¿por que no?”, pero le debí haberle contestado…

 
“Escribo porque lo necesito, escribo para poner palabras a los gritos que callo.
Escribo para desahogarme, para decir que estoy feliz, triste, optimista, hundido, que amo, siento, lloro, lucho, quiero, odio, anhelo lo que necesito, que valoro lo que tengo.

 
Escribo para no reventar de guardarme cosas, para que mis palabras me sobrevivan, para que un te quiero no se lo lleve el viento y lo haga desaparecer, para que un te necesito tome cuerpo, para que mis recuerdos sean realidad aunque sea en forma de un conjunto incoherente de letras.

 
Escribo porque me gusta, para crear mundos y vidas que antes no estaban, para que la vida sea ficción, para que los sentimientos tengan nombre, escribo para que entres en mi mundo, para que mis risas sean tuyas, para que mis lágrimas se liberen de la prisión de un corazón que no sabe llorar.

 
Escribo porque la vida me ha dado argumentos, escribo porque de no hacerlo no existiría, escribo para que mi alma sea libre y llegue donde mis huesos nunca llegaran. Escribo para que la vida no tenga limites, para ser quien nunca seré, hacer lo que nunca podría hacer y vivir lo que no es sino una fantasía hecha realidad por las letras escritas de un pobre loco.

 
Escribo para vivir. Escribo para soñar. Escribo para aprender. Escribo para llorar.

 
Escribo para desnudar mi alma, para acallar mi conciencia, escribo para volver a ser yo.

 
Escribo porque quiero saber que algo de mi es de todos, escribo para que mis pensamientos sean realidad.

 
Escribo para que mis sueños de hoy se conviertan en versos que algún día acaricien tu alma.

 
Pero sobre todo escribo para que tú, estés donde estés, y seas quien seas, me leas.”