martes, 20 de septiembre de 2011

¿Cómo estas Ricardo? ¿Te has recuperado ya?

-¿Cómo estas Ricardo? ¿Te has recuperado ya? Creí que no te despertarías nunca. Me vas a decir que has hecho con Silvia. No intentes negarlo, se que la has hecho algo, lo que no se es el que. Tienes que ser tú, lo se. Desde que desapareció se que tú tenias algo que ver. Por eso te he traído aquí, a este sótano, para poder preguntarte sin problemas donde la tienes.

Atado a los apoyabrazos de una silla en lo que parecía ser un edificio abandonado, Ricardo intentaba hacerse una composición de lo que le ocurría. Solo recordaba que salía de trabajar cuando alguien, ataviado con una gorra y unas gafas de sol para ocultar su rostro sin levantar sospechas, le golpeo en la mandíbula dejándolo sin sentido.

-Te ha dolido el puñetazo, ¿verdad Ricardo? Se me da bien pegar, siempre se me ha dado bien, de hecho lo primero que pensé era darte de hostias hasta que confesaras. Porque vas a confesar, te lo aseguro. Pero no voy a pegarte más, no. Hay cosas más efectivas que darte una paliza, te voy a causar tanto dolor que no podrás soportarlo. Para empezar te arrancare las uñas con estos alicates, una a una, con calma.

Ricardo, con los ojos desorbitados vio como su raptor cogía unos alicates y se acercaba lentamente a él hasta sentársele justo enfrente. Despacio, mientras le miraba a los ojos cogió el dedo índice de la mano derecha y con los alicates le arrancaba la uña sin dejar de mirarle a los ojos.

- Dime donde esta y te dejar marchar.

-No se nada, tío. Siento si Silvia a desaparecido pero no se nada te lo juro.

- Tranquilo...aun me quedan nueve dedos más.

-¿Cómo estas Ricardo? ¿Te has recuperado ya? Has aguantado los diez dedos conciente y te desmayas justo al final. Dicen que esto duele mucho, parece ser que es así. No creas que he acabado contigo, aun no me has dicho nada. ¿Ves las ratas? Son una inmensa fuente de dolor bien usadas, de hecho lo han sido desde el principio de los tiempos. Te diré como las vamos a usar. Voy a rajarte la polla un poquito lo justo para que sangre y nuestras amigas vengan a comer. Ya te dije que hablarías.

Ricardo empezó a gritar al sentir el corte en su pene, más que por el dolor que ya de por si era tremendo, porque vio a varias ratas acercarse a él. Temblaba de miedo al sentirlas trepar por sus piernas he intento moverlas para impedirles que llegaran a sus genitales pero fue inútil.

-Dímelo y todo acabara, es así de fácil. No me obligues a hacerte daño de verdad. Ya no vas a salir vivo de aquí y lo sabes, pero hay muchas formas de morir. Si hablas y ella esta bien te rajare el cuello, si no te haré tragar una rata viva, se volverá loca dentro de ti e intentara salir abriéndose paso con sus garras por donde sea. Eso si es dolor.

-¿Cómo estas Ricardo? ¿Te has recuperado ya? Te has vuelto a desmayar. Y mira como te han dejado los genitales, o lo que sea eso que te queda ahí. ¿Dónde esta Silvia?

Ricardo susurro la dirección de una vieja casa abandonada y vio como su torturador salía corriendo del sótano o lo que fuera que sea donde estaban pero él sabía que lo peor estaba aun por llegar. Porque estaba seguro que volvería.

Miguel llego de nuevo al sótano donde tenía a Ricardo, su mejor amigo, al menos hasta ahora. Siempre supo que estaba enamorado de Silvia pero no que fuera ese monstruo, no podía creer que lo que se encontró al llegar a la casa que le había dicho Ricardo.

-¡Hijo de puta! ¿Qué las has hecho? ¿Cuántas había?

-Hay muchas- respondió Ricardo en un tono frío, helado- Veo que las has visto, Silvia también las vio. Se asusto mucho, pero pese a todo fue la que más me hizo disfrutar. No eres el único que sabe como causar dolor, ya lo has visto. Por cierto,¿quieres saber cuales fueron sus últimas palabras?

“Estoy embarazada”

Y empezó a reírse, incluso mientras Miguel se acercaba a él con una rata cogida por el rabo ya sin rastro de vida ni humanidad en sus ojos.

Y siguió riéndose incluso cuando la rata buscaba desesperadamente una salida de su estomago. Hasta que sus risas se tornaron en gritos de dolor.

Ernesto reconoció enseguida al novio de una de aquellas chicas fueron secuestradas, violadas, torturadas y finalmente asesinadas hacía un año más o menos. Cuando las encontraron por una llamada anónima, fue la noticia del año y él tubo que hacer un trabajo sobre la noticia en la facultad de periodismo.

Lo último que recordaba fue al novio acercándose a él y darle un puñetazo en plena mandíbula. Al despertarse vio todos aquellos cadáveres, algunos reconocibles y estos eran todos de chicos de su edad más o menos.

De pronto recordó que el asesino de las chicas nunca fue encontrado, enseguida sospecho que ya sabía que le paso en cuanto el otro empezó a hablar.

-¿Cómo estas Ricardo? ¿Te has recuperado ya? Creí que no te despertarías nunca. Me vas a decir que has hecho con Silvia...

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